Estimados, todos, todas y todes:
Miembros de ULAC, personas con discapacidad visual, amigos y socios de ULAC.
En este 36° aniversario de nuestra unión quiero compartirles algunas reflexiones. Para mí es una instancia muy especial poder compartir estos pensamientos con ustedes a poco más de un año de iniciado nuestro mandato.
Tengo la responsabilidad enorme de haber sido elegido presidente en una de las crisis más terribles que nos toca vivir como civilización. También nuestra organización se encontraba en una instancia muy crítica cuando fuimos honrados con la confianza de los miembros de ULAC.
Nuestra organización tenía, y en cierta medida aún tiene grandes desafíos por delante.
En primer lugar, las organizaciones de personas ciegas y con baja visión de América Latina deseaban recuperar un contacto más estrecho, más cercano con la ULAC, y este sentimiento no partía de la nada. Con ese norte pusimos toda nuestra capacidad política y técnica en generar diálogos bilaterales, subregionales y regionales con las OPD. También construimos un plan estratégico concentrado en recuperar ese vínculo que tanto bien nos hace como movimiento. En eso estamos, y con seguridad aún nos queda mucho por hacer.
Nuestro segundo gran desafío tiene que ver con construir una organización moderna, profesional y eficiente. En ese sentido estamos trabajando en sanear nuestra situación institucional, en construir protocolos de actuación, instrumentos de rendición de cuentas, portales de transparencia y cuentas claras, y convenios de cooperación con agencias de cooperación internacional. También estamos trabajando en generar más y mejores capacidades y habilidades en nuestro comité ejecutivo y grupos de trabajo. En esa dirección estamos iniciando cursos de inglés para todo nuestro equipo, con certificación oficial a fin de mejorar nuestras habilidades de diálogo y negociación en el esquema global. Por último, estamos trabajando en construir un secretariado eficaz, profesional y estable en nuestra oficina técnica.
Nuestro tercer desafío, y creo yo el más importante, tiene que ver con justamente mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad visual.
La pandemia global de Covid-19 generó una brecha aún más grande y profunda entre las poblaciones, entre las personas incluidas y las excluidas. Tengo plena consciencia que quienes tenemos mayores oportunidades en un mundo de falta de oportunidades, desigual e injusto, tenemos un deber ético de trabajar por la igualdad de oportunidades, la equidad y la justicia.
No es nuevo para ustedes que con el rápido avance de la vida remota y digital que se dio con la pandemia, nuevamente las personas con discapacidad visual quedamos excluidas de los beneficios de la digitalización. Una de las barreras más injustas que sufrimos las personas ciegas y con baja visión es la barrera actitudinal. El miedo, el desconocimiento y el prejuicio excluyen y eso lo sabemos bien.
El teletrabajo traía consigo una oportunidad, la de una inclusión digital, con plataformas accesibles donde el hecho de ver o no ver fuera irrelevante al momento de la contratación. Eso no ocurrió ya que en la rápida digitalización no se tuvo en cuenta la construcción de plataformas accesibles.
Por otra parte, la exclusión educativa se dio en el mismo sentido y les estudiantes ciegos y con baja visión quedaron nuevamente excluidos.
No menos importante fue la exclusión en términos de salud. Hospitales muchas veces colapsados, personal no debidamente capacitado, planes de riesgo donde no se nos incluyó ni consultó e instancias de vacunación donde no se nos priorizó, no porque debamos ser privilegiados por el solo hecho de ser personas con discapacidad, sino que por esto estamos expuestos a mayores riesgos por necesidad de apoyos, por falta de accesibilidad o por complicación de mantener distancia, entre otras cosas.
Por último, las personas con discapacidad visual trabajamos, cuando podemos, en condiciones de informalidad extrema. Las medidas de confinamiento y el empobrecimiento de la vida nos perjudican especialmente. Ante esto es necesario que los Estados generen sistemas de seguridad social sólidos, amplios y abarcativos de las personas con discapacidad, sin esto nuevamente quedaremos por fuera incluso de lo más elemental, como lo es la alimentación diaria.
No quiero olvidarme de algunas poblaciones en particular. Las mujeres, la comunidad LGBTIQ+, les jóvenes, les adultes mayores y tantos más. Todos ellos, en particular la comunidad LGBTIQ+, son especialmente dejados atrás por no cumplir los cánones de normalidad esperados, por querer luchar por sus derechos humanos, o simplemente por intolerancia. Con todas esas personas yo quiero construir, de manera colectiva un mundo mejor, una Latinoamérica más justa, más inclusiva, más igualitaria y con menos odio.
Los desafíos que tenemos son enormes, nos sobran las energías para cambiar lo que deba ser cambiado.
Les mando un fuerte abrazo a todas, todos y todes.
Matías Ferreyra
Presidente